sábado, 31 de julio de 2021

Vuelta motociclista a España (IV)

Amanezco en el incomparable entorno del camping de Freixial, con un día soleado y a estas horas con una temperatura muy agradable. La noche ha sido reparadora. Ni un solo ruido, ni una sola molestia. La tranquilidad más absoluta. He dormido de un tirón como pocas veces en la tienda.

Quiero aprovechar la agradable temperatura de la mañana para avanzar y hacer kilómetros, así que a las 8 en punto estoy listo con la moto cargada para salir. Me dirijo a la puerta del camping para pagar y me encuentro con que todo está cerrado, la recepción y la verja de salida. Espero, llamo, compruebo la apertura de la puerta. Doy un paseo, vuelvo a recepción, llamo otra vez y vuelta a empezar. Al final son las 9 cuando abren el camping y yo he pasado una hora dando vueltas sin poder salir. Un pequeño contratiempo que no desdice de las virtudes del camping (y eso que intenté pagar por la noche y me dijeron que no, que pagara a las 8 que ya estaría él en recepción...).

Me pongo en camino ya por fin con la expectativa de atravesar hoy por los parajes más espectaculares del viaje. Vuelvo a Penamacor y tomo otra vez la N233 en dirección norte hasta Sabugal. Aquí me desvío al este por la N233-3 y entro en una zona preciosa de bosque con carreteras estrechas y de buen firme. Es una verdadera delicia rodar por aquí a estas horas. Después de unos cuantos kilómetros de auténtica delicia motera, enlazo con la N332 que se dirige a Vilar Formoso paralela a la frontera y aquí el tráfico comienza a aumentar mucho. Dada la hora de entrada a los trabajos y la cercanía de la frontera, el número de coches aumenta considerablemente.

Atravieso Vilar Formoso y cruzo la frontera. Ya es hora de desayunar, así que paro en un restaurante de los muchos que abundan en la zona fronteriza junto con supermercados y gasolineras. Una vez saciado el apetito me dispongo a tomar la carretera SA-CV-49, una pequeña y pintoresca vía con buen firme que hace de frontera y me lleva hasta Aldea del Obispo. Sigo dirección norte hasta La Bouza, donde vuelvo a entrar en suelo portugués por la población de Escarigo. A ambos lados de la frontera puedo contemplar suaves colinas cubiertas de monte bajo y de un verde apabullante. Vuelvo a tomar dirección norte por la M604. Poco a poco me voy acercando al gran objetivo del día: el río Duero.

Justo después de cruzar la población de Escalhao tomo la N221 y comienza la diversión de curvas y vistas que nos ofrece el río Duero. La primera parada es en el Alto Do Sapinha, donde coincido con un motero y dos moteras cántabros. Él con una BMW y ellas cona Versys 1000 y una Versys 650. La conversación estaba servida. Amablemente me hicieron varias fotos y continuamos viaje. Aún paré en algún mirador más: era imposible resistirse a contemplar con tranquilidad lo que la naturaleza nos ofrece e esta zona de la Raya. Atravieso el Duero por la turística localidad de Barca de Alba, donde numerosas embarcaciones llevan a los turistas de paseo por el río y después los agasajan con los variados restaurantes donde degustar las excelencias de la cocina portuguesa.

Alto do Sapinha

Río Duero al fondo









A partir de esta población sigo por la N221 que va completamente pegada al Duero que hace frontera entre ambos países. Una verdadera delicia de carretera. Sin duda lo mejor del día, curvas y curvas muy transitadas por moteros. Y a la derecha el río Duero, a veces cerca a veces hundido en las profundidades de barrancos de paredes verticales.

Entre curvas y curvas me topo con el desvío que indica el Salto de Saucelle, del que había leído maravillas en las descripciones de internet. De hecho mis colegas cántabros entraban a España por este desvío. Mi ruta seguía hasta Miranda de Douro por Portugal. Tras unos momentos de duda decido continuar, ya que aún me quedan muchos kilómetros para el destino de hoy. Queda pendiente esta visita para otra ocasión.

Continuo por la N221 hasta Freixo de Espada a Cinta. Fresnos, espadas y cintas van impresos en su nombre y son varias las leyendas que nos hablan del origen de tan curioso nombre. Sea como fuere, la localidad es una auténtica delicia rodeada de almendros, vides y olivos más propios del Mediterráneo que de esta zona portuguesa.

A partir de aquí y hasta llegar a Miaranda do Douro la carretera se hace más aburrida y solo pienso en llegar para poder comer, que ya va siendo hora. Cruzo la bella localidad sin encontrar un sitio que me convenza, así que continúo dirección España para atravesar la presa de Miranda y parar en la antigua aduana de Torregamones, cargada de historia y anécdotas.




Río Duero






No puedo postergar más la hora de la comida porque si no me voy a caer de la moto desfallecido, así que paro en el Mesón rural El Villar justo a pie de carretera. Y es todo un acierto, pues recibo una atención magnífica de sus dueños y como la mar de bien. Y aún me queda disfrutar de otro tramo divertido junto al Duero en la ZA-324 atravesando el Salto de Villalcampo para volver a salvar el río Duero. Desde ahí solo me queda tomar la N-122 para llegar a Zamora. En esta ocasión la ciudad zamorana que bien merece una visita, tendrá que esperar a otra ocasión. Llevo ya unas cuantas horas de moto y muchos kilómetros encima y tengo ganas de llegar al destino. Y siguiendo la N-122 hasta el Camping de Tordesillas donde tengo pensado dormir hoy. La realidad será una noche de poco sueño, pero esa es una historia para la siguiente entrada.

Vista de Tordesillas

La reina Juana

Puente sobre el Duero

Casa del Tratado de Tordesillas

Camping el Astral


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