domingo, 1 de agosto de 2021

Vuelta motociclista a España (V)

Siempre me han gustado más esos campings apartados del mundanal ruido, poco masificados, coquetos y donde poder disfrutar de tranquilidad y descanso. Pero hay veces que toca alojarse en un camping urbano como este del Astral en Tordesillas. Instalaciones inmejorables, limpio, con todos los servicios disponibles. Aunque la parcela que me asignan está en la zona de acampada libre (y que me cuesta 23€) y el césped brilla por su ausencia. Pero no no soy muy exqusito con estas cuestiones, tengo toda la zona para mi, así que contento. Me instalo, doy un paseo para conocer Tordesillas, vuelvo al camping para cenar (muy bien) en el restaurante del camping y a la tienda a leer un poco y dormir que mañana toca madrugar. Pero mira por donde un grupo de jóvenes se instala con dos tiendas cerca de mi tienda y veo que llevan intención de hacer fiesta. Pues si, fiesta, gritos, insultos a quien les recrimina y todo ello hasta las 5 de la mañana sin que ningún responsable del camping haga o diga absolutamente nada. Está claro, hay que huir de los campings de ciudad masificados: Lección aprendida.

Salgo de Tordesillas dirección Valladolid con algo de fresco a estas tempranas horas de la mañana. El tráfico en la autovía A-62 es intenso  a estas horas pero pronto me desvío por la CL.600 y todo toma un pulso más tranquilo y rural. En Puente Duero vuelvo a atravesar el río Duero y desde aquí me alejo un poco de él aunque continuo llevando una dirección paralela. En Tudela de Duero volvemos a encontrarnos y ya lo llevaré durante unos cuantos kilómetros a mi izquierda siguiendo la A-11 hasta Peñafiel.

En Peñafiel, famosa localidad por su castillo, toca hacer una parada para reponer fuerzas. Una tostada con tomate y aceite y un café con leche me devuelven a la carretera para continuar por la A.11 para, poco antes de llegar a Aranda de Duero, desviarme en Fuentecén por la BU-200. Aquí dejamos ya definitivamente el río Duero que no volveremos a ver.

Comienza ahora unos de los tramos más bonitos del día. Pequeñas carreteras tranquilas con buen firme y con unos paisajes de ensueño. Por no hablar de las localidades que vamos atravesando, donde cada una de ellas merecería una parada de varias horas. Pero me tengo que conformar con atravesarlas y disfrutar de sus encantadoras vistas. Disfrutamos de las hoces del río Riaza, de Ayllón, de Campisábalos, de Somolinos y de Atienza, donde el sellado del salvoconducto del Camino del Cid me obliga a hacer una parada para localizar su oficina de turismo. No consigo el sello por estar cerrada la oficina, pero en la plaza me tomo una cerveza acompañada de un torrezno de la tierra.

Desde Atienza desciendo hasta Guadalajara por el corredor del Henares, destacando las preciosas vistas del embalse del Alcorlo. La carretera es muy entretenida y solo comienza a hacerse muy pesado el tráfico cuando nos vamos acercando a Guadalajara, aunque la hora a la que circulamos, las dos de la tarde, tampoco ayudan a encontrar las carreteras fluidas. Al menos me queda el consuelo de que en Guadalajara me espera una suculenta comida.


Desde Guadalajara visito Brihuega que aún conserva parte de sus encantos en forma de extensos campos de flores de lavanda para continuar hasta Trillo, localidad con mucho más que ofrecer que la central nuclear. La carrtera de Brihuego a Trillo una auténtica delicia para los sentidos y para la moto. Y desde aquí pasando por Peralveche hasta Zaorejas para continuar hasta Molina de Aragón donde conectamos con la familiar N-211 que me lleva hasta casa. Uno días magníficos de moto y turismo dando esta particular y personal vuelta a España, incluido un trocito de Portugal.

Campos de lavanda en Brihuega


Puente de Trillo sobre el río Tajo



Azud de San Pedro


 

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