Amanezco en el incomparable entorno del camping de Freixial, con un día soleado y a estas horas con una temperatura muy agradable. La noche ha sido reparadora. Ni un solo ruido, ni una sola molestia. La tranquilidad más absoluta. He dormido de un tirón como pocas veces en la tienda.
Quiero aprovechar la agradable temperatura de la mañana para avanzar y hacer kilómetros, así que a las 8 en punto estoy listo con la moto cargada para salir. Me dirijo a la puerta del camping para pagar y me encuentro con que todo está cerrado, la recepción y la verja de salida. Espero, llamo, compruebo la apertura de la puerta. Doy un paseo, vuelvo a recepción, llamo otra vez y vuelta a empezar. Al final son las 9 cuando abren el camping y yo he pasado una hora dando vueltas sin poder salir. Un pequeño contratiempo que no desdice de las virtudes del camping (y eso que intenté pagar por la noche y me dijeron que no, que pagara a las 8 que ya estaría él en recepción...).
Me pongo en camino ya por fin con la expectativa de atravesar hoy por los parajes más espectaculares del viaje. Vuelvo a Penamacor y tomo otra vez la N233 en dirección norte hasta Sabugal. Aquí me desvío al este por la N233-3 y entro en una zona preciosa de bosque con carreteras estrechas y de buen firme. Es una verdadera delicia rodar por aquí a estas horas. Después de unos cuantos kilómetros de auténtica delicia motera, enlazo con la N332 que se dirige a Vilar Formoso paralela a la frontera y aquí el tráfico comienza a aumentar mucho. Dada la hora de entrada a los trabajos y la cercanía de la frontera, el número de coches aumenta considerablemente.
Atravieso Vilar Formoso y cruzo la frontera. Ya es hora de desayunar, así que paro en un restaurante de los muchos que abundan en la zona fronteriza junto con supermercados y gasolineras. Una vez saciado el apetito me dispongo a tomar la carretera SA-CV-49, una pequeña y pintoresca vía con buen firme que hace de frontera y me lleva hasta Aldea del Obispo. Sigo dirección norte hasta La Bouza, donde vuelvo a entrar en suelo portugués por la población de Escarigo. A ambos lados de la frontera puedo contemplar suaves colinas cubiertas de monte bajo y de un verde apabullante. Vuelvo a tomar dirección norte por la M604. Poco a poco me voy acercando al gran objetivo del día: el río Duero.