Un continente, África
Una princesa, la Moto
Un millón de piedras
Tres mil estrellas
Después de haber leído y disfrutado casi todos los libros (tengo pendiente Nómada en Samarkanda y Manual del Overlander) del viajero en moto más mediático y con mayor presencia en redes sociales, Miquel Silvestre, me faltaba por leer el que muchos me decían que era su mejor libro, Un millón de piedras. Este fue su primer libro de viajes en moto y lo dedica a los diversos viajes que hizo por el continente africano recorriendo gran parte de su geografía. La verdad es que unir África y moto siempre va a dar como resultado un cóctel de lo más sugerente. Así pues, me puse manos a la obra y comencé con su lectura...
They told me to get lost...So I did!
El libro me cautivó desde la primera página. A lomos de su moto, que bautizó como Princesa, comienza su andadura en la capital de Kenya, Nairobi. Es allí donde compra la moto a un mecánico alemán, una BMW R80 GS de la que no consigue los papeles legales. Pero esto en África no es un verdadero problema. Si tienes moto, ya tienes viaje.
Desde Kenya se dirige dirección sur hacia Tanzania. Cada frontera es una nueva odisea que Miquel encara con optimismo, paciencia y, en alguna ocasión, con mucha suerte. Estos son lugares que en África no tiene ninguna lógica ni normas concretas. Hay que apelar a la paciencia y nunca al sentido común para atravesarlas. A continuación vienen Zambia, Zimbabwe y Sudáfica, donde hace un alto en el camino y constituye la primera parte del libro.
Recorrido de la 1ª y 2ª parte del libro |
En la Costa de los Esqueletos (Namibia) |
Finalmente la cuarta parte del libro está dedicada a la conquista de Dakar en Senegal, recorriendo Marruecos, Mauritania, Senegal e intentando un recorrido frustrado por Mali. Partiendo de Tánger y atravesando la cordillera del Atlas, tomará la costa occidental para recorrerla hasta su destino en la capital senegalí. Mucha historia española se nos revela en estas páginas. El autor hace referencia a todo lo que España dejó en el Sáhara español durante su colonización.
Llegada a Dakar |
Creo que este libro ofrece la visión del viajero solitario, observador, que interactúa con la población, que se fija en los detalles, en las gentes, en los edificios, en la historia. En definitiva, que vive los lugares por donde pasa. Esa esencia sólo puede trasmitirse desde la soledad del camino recorrido con calma y curiosidad.
Él (Ted Simon) no era un piloto, él era un escritor. Entendía a la perfección sus sentimientos.
Esta entrada se ha publicado silmutáneamente en el blog de lecturas opinaRed
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