jueves, 14 de julio de 2016

Ruta Cevennes (IV)

Nos despertamos en Lacaune y nos disponemos a disfrutar de un desayuno buffet en el hotel donde nos alojamos con la sorpresa de que el hotel es el punto de inicio de una carrera ciclista por los montes de alrededor. Todo queda invadido por decenas de ciclistas recogiendo sus dorsales y disponiendo sus monturas. Nosotros después del desayuno hacemos lo propio e iniciamos la cuarta jornada de nuestro viaje francés, con la compañía de tres moteros ingleses que hacen lo propio en un día que amanece gris y tristón. Hoy toca encarar los Pirineos, pero sin entrar en España todavía. Llegaremos hasta Bagneres de Luchon. 

Avanzamos por la D622 que nos lleva hasta la localidad de Brassac, rodeados de unos preciosos prados verdes por una carretera serpenteante y en buen estado. Llegamos así a la siguiente población importante, Mazamet, muy conocida por ser la localidad natal del ciclista Laurent Jalabert. A medida que nos acercamos a los puertos del Pirineo la presencia de ciclistas comienza a hacerse más que evidente.

A partir de aquí abandonamos el Departamento del Tarn y, por tanto, el PN Cevennes y el paisaje comienza a cambiar, se hace menos abrupto y las llanuras pobladas de arbustos y monte bajo comienzan a dominar el horizonte. La D48 nos deja en Pezens, desde donde nos dirigimos por la ruta directa siguiendo la D119 hasta Mirepoix, bonita ciudad con una plaza medieval digna de admiración. Cada rincón te transporta al pasado y es fácil imaginar los bulliciosos mercados que sobre esas mismas piedras debían tener lugar hace varios siglos. Aprovechamos para detenernos y admirar dicha plaza además de tomar un café caliente, pues hoy el día no acaba de ser el ideal para montar en moto, está gris, amenaza lluvia y hace frío.


Plaza de Mirepoix

Perfecto para tomar un café

Catedral de Mirepoix

Soportales conservados como hace 800 años







































Continuamos ruta hasta Verniolle, donde debemos tomar la D11 dirección Cadarcet, pero después de dar varias vueltas por el pueblo sin encontrar señalización de ningún tipo y no estar seguros de la ruta correcta (es la emoción de viajar sin GPS), decidimos tomar la N20 hasta Foix, localidad que no pensábamos atravesar pero de la que disfrutamos, especialmente la vista de su castillo que apareció ante nosotros inesperadamente en todo su esplendor.

Tomamos ya rumbo Saint-Girons por la D117 y volvemos a reencontrarnos con las carreteras de curvas envueltas en densa vegetación y con las montañas en el horizonte. A partir de esta localidad entramos de lleno en el Pirineo por la D618, carretera que ya atravesamos en un viaje anterior, pero de noche y con lluvia y de la que no pudimos disfrutar como se merece. Nos disponemos pues a transitarla apreciando cada metro de la ruta.



Llegando a St. Lary
Portet D'Aspet

Col D'Aspet

Descenso del Col D'Aspet

Monumento homenaje al fallecimiento de Fabio Casartelli

Muchas motos en estos puertos
Tan centrados íbamos en la conducción y buscando las señales de Bagneres de Luchon, que después de pasar el col D'Aspet y una vez iniciado el descenso, no tomamos el desvío por la D85 que nos hubiera llevado hasta Saint Beat pasando por la Estación de Mourtis. Aún así, la opción de seguir por la D618 tampoco nos defraudó en absoluto y nos permitió atravesar el col d'Ares que no teníamos previsto.

Desvío a la D85 que nos saltamos

Col d'Ares abierto

También hay muchos ciclistas

Col d'Ares

Preciso decenso del col d'Ares


Dios y guerra en Juzet d'Izaut
Una vez atravesada y disfrutada la preciosa región del Alto Garona, desembocamos en la D125 que nos llevará plácidamente hasta nuestro destino de hoy: el hotel Celeste en Bagneres de Luchon. Este último tramo presenta como aliciente el encontrarnos de cara con las esbeltas cumbres del Pirineo, que parecen anunciarnos lo que nos espera mañana.

Hacia Bagneres de Luchon por la D125
Pero ahora toca disfrutar de esta turística ciudad, famosa por sus aguas termales y que impregnan cada edificio monumental de la ciudad. Estos parajes fueron muy apreciados por las clases pudientes de finales del siglo XIX y principios del XX debido a las aguas y por constituir un lugar de reposo donde respirar aire puro y tranquilidad absoluta. 

Hoy eso ha cambiado bastante y los comercios y restaurantes proliferan como setas, aunque no hay que desdeñar la gran oferta gastronómica que ofrece y la calidad de los manjares. También es punto habitual de llegada o partida de las etapas ciclistas del Tour de Francia, existiendo algún monumento que deja constancia de ello. Nosotros disfrutamos de un agradable paseo por sus calles así como de una cena más que sabrosa. Ya en la habitación del hotel, conciliamos el sueño con el concierto del día de Francia que la televisión ofrece desde París.

Entrada a las termas

Monumento al Barón Antoine Megret d'Etigny

Catedral de Bagneres de Luchon

Monumento a los caídos por la Patria

Las motos en el hotel Celeste

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