Ruta Cevennes (III)

Hoy nos despertamos después de un sueño reparador con la ilusión de acometer la que sobre el papel es la jornada más interesante de las planeadas. Nos meteremos de lleno en el parque natural Cevennes y las carretereas y paisajes prometen hacernos disfrutar mucho encima de la moto. Saboreamos unos croissants con café con leche en el mismo bar que encontramos al llegar a Alés, justo enfrente de la estación de tren. Nos atiende un camarero que también es motero y nos da algunas indicaciones sobre la ruta que vamos a acometer y nos confirma que vamos a disfrutar una jornada inolvidable. Acabamos nuestro desayuno con estas prometedoras perspectivas, cargamos las motos e iniciamos la jornada con un día espléndido de sol y calor.

Cargando las motos en Alés

Salimos de Alés para tomar enseguida la N106, carretera que está muy bien de firme y que nos adentra en el PN directamente. Atravesamos pequeñas poblaciones como La Grand-Combe o La Levade y notamos como la carretera se pliega ya a las caprichosas curvas del río Le Gardon d'Alés. Acabamos de empezar y esto promete. Después de unos 65 km llegamos al pueblo considerado el corazón del parque, Florac. La parada es obligada y la población no nos defrauda, aunque el exceso de turistas le resta algo de encanto compensado por la enorme cantidad de motos con las que nos cruzamos. Intentando conseguir pegatinas del parque para poner en el top case, me llevo la sorpresa que en la oficina de turismo me las regalan encantados.

Precioso rincón en Florac

Templo protestante de Florac

Florac

A partir de aquí el río Tarn y sus espectaculares gargantas se van a convertir en nuestros inseparables compañeros de viaje. Seguimos circulando durante varios kilómetros más por la N106. Así seguimos hasta Ispagnac, donde seguimos bordeando el río Tarn pero abandonamos la N106 que sigue rumbo norte. Tomamos la D907BIS. La siguiente parada la haremos unos kilómetros más adelante para contemplar el Castillo de Castelbouc. Se encuentra situado al fondo de una garganta del río de muy difícil acceso al estar rodeado de paredes de roca verticales. La vista es impresionante. Seguimos hasta Saint-Eminie entre paredes verticales de varias decenas de metros de altura. Hay momentos en que estamos tan encajonados que parece que nos metamos en un tunel excavado en la roca. Seguimos hasta La Malene y posteriormente Le Rozier, sin abandonar en ningún momento ni la D907BIS ni el río Tarn, aunque ahora mucho más abierto.

Desde aquí empieza lo espectacular

Gargantas del Tarn

Curvas entre desfiladeros

Impresionante el castillo de Castelbouc

panorámica de Pougnadoires

Las paredes verticales que nos acompañan

Después de pasar Le Rozier encontramos el camping Chalet de la Muse, donde disponen de un restaurante acristalado a pie de carretera la mar de majo, así que viendo la hora que es decidimos parar a comer. El menú consiste en una hamburguesa de ternera, pero al traer el plato es una superhamburguesa, con patatas, ensalada, pan de pueblo recién hecho, vamos nada que ver con las del McDonald. Después de haber repuesto fuerzas para el resto de la jornada, continuamos serpenteando por la carretera al ritmo que marca el río Tarn, acompañados por un tiempo inmejorable, soleado y con una agradable temperatura.

Chalet de la Muse

A la salida de un túnel nos encontramos con un bonito castillo denominado de la Caze, por el uso que los nobles que lo poseyeron le daban a tan singular edificio. Hoy está reconvertido en hotel de lujo y enclavado en un marco realmente maravilloso. Es fácil imaginar a los nobles con sus armas y sus caballos atravesando estos bosques persiguiendo a ciervos, jabalíes o cualquier otro animal de la zona. Nosotros nos tenemos que conformar con las fotos desde el exterior pues el acceso sólo está permitido a los clientes alojados.

Chateau de laCaze

Selfie en el Chateau

La siguiente parada la hacemos en el centro de interpretración del viaducto de Millau. Ya hacía varios kilómetros que lo divisábamos en el horizonte, pero encontrarnos debajo de esta espectacular obra arquitectónica resulta sobrecogedor. En el interior nos enteramos de los entresijos de su construcción, sus dimensiones, las rachas de viento que puede soportar, el tráfico que lo atraviesa, todo muy interesante y didáctico. Mencinar que mide 2460 metros y tiene una altura máxima de 336 metros. Y esos cientos de metros más abajo aparece un minúsculo río Tarn que aquí pierde todo su protagonismo.

Viaducto en el horizonte

Parking del viaducto de Millau

Viaducto de Millau

Bajando hacia el río Tarn

Posando con el viaducto al fondo

Desde el centro de interpretación y con el cielo bastante encapotado y amenazante, bajamos por la carretera D41 hasta Compregnac y de ahí hasta Saint-Rome de Tarn donde abandonamos a nuestro fluvial compañero para descender por la D993 hasta Saint Affrique. Seguimos descendiendo por la D32 que nos ofrece los últimos tramos interesantes de un día espectacular y que no olvidaremos fácilmente. Ya sólo nos queda llegar a nuestro destino, Lacaune-les-Bains. Una ligera lluvia parece querer estropearnos el final de la etapa, pero finalmente sólo queda en unas gotas que apenas empañan la visera de los cascos. Aunque estos últimos kilómetros debemos hacerlos con precaución, pues el asfalto está muy mojado por una reciente tormenta de la que nos hemos librado por los pelos.

Fontaine des pisseurs

Vista de la fuente

Ayuntamiento de Lacaune

La ciudad termal de Lacaune-les-Bains es famosa por prestar su nombre a una raza de ovejas lecheras que nació en estos montes y posteriormente se extendió por toda Europa. Así mismo es mundialmente reconocida su charcutería, utilizando aún hoy en día métodos de producción tradicionales. Su famosa fuente de los pisseurs hace referencia a la bondad diurética de sus aguas. Nos alojamos en el hotel Logis le Relais Fusies, muy recomendable para moteros. Además, al ser 13 de julio, víspera de la fiesta nacional francesa, presenciamos el desfile de los veteranos y el pueblo está muy engalanado.

Salón del hotel